Tenía una amiga que toda la vida nos tenía saturadas de consejos religiosos, que si el salmo numero tal, que deberíamos leer la biblia. Solía hacer reuniones para rezar el rosario, invitaba a todas sus amigas a su casa o en casa de las demás y a rezar se ha dicho. Cada vez que me la encontraba, sin importar el lugar, empezaba con sus lecciones -"Dios dice que santificarás las fiestas y yo nunca te veo en misa".
Sé que no soy apegada a la iglesia, pero procuro vivir en congruencia con lo que digo y hago, las pruebas que he sentido en el camino, he hecho lo mejor que puedo para superarlas, quiero y trato de dar un ejemplo a mis hijos, no solo decirles que deben hacer o como deben hacerlo, pero aún así, llegaba después de verla y pensaba -"He sido mala, quiero un látigo, ¡Ya!"
En una ocasión, mi hijo, me pidió ir al gimnasio del club, yo tenía trabajo y regresaría por él hasta después de tres horas, así que solo se bajó del auto, y para no perder la costumbre, aceleré porque iba tarde. Regresé al término de mi jornada y no lo encontré por ningún lado, hablé a su teléfono sin obtener respuesta, el terror se apoderó de mí, por último pensé, se ha de haber regresado a la casa.
Llegué como Pedro Infante gritando, ¡Torito, Torito! buscando a mi hijo, entonces volteo y lo veo llegar por la calle muerto de cansancio, le pregunté que había pasado y me narró su calvario.
"Cuando llegué al gimnasio, estaba cerrado, le pedí al guardia que me prestara el teléfono para avisarte, pero como no había luz, los teléfonos no funcionaban, olvidé el celular en la casa junto con la cartera, salí y me senté en los escalones, en eso vi pasar a tu amiga, la que siempre me dice que vaya a misa, le expliqué lo que me estaba pasando, esperando su ayuda, y solo contestó -Ay, pobrecito, y se fué. Así que me vine caminando desde allá hasta la casa".
Primero quise llamarla y decirle algunas cuantas cosas, luego pensé, mejor cuando la vea le voy a poner el pié para que se caiga, mi cabeza se llenó de ideas para buscar cómo decirle cuanto me dolió su acción. Al final solo le dí a mi hijo un vaso de agua con hielos.
Al día siguiente, haciendo fila para un pago, se acerca "mi amiga" y empieza con su peroreta, que el sábado y domingo habrá un retiro en la iglesia, que estaría encantada de que la acompañara, voltee, la vi y solo me cabié de fila.